PRÍNCIPE DE PAZ
Poster oficial por Cumbiasborrascosas
Prince of Peace
84´ | 2019
País: México
Idioma: Español
84´ | 2019
País: México
Idioma: Español
¿Qué es aquello que nos une y qué nos separa? Quizá, la respuesta sea la misma cosa. El cuerpo revelándose a la mente. La mente al espacio. El espacio, una casa sin paredes de la que no logran salir sus habitantes. El encierro en un ambiente que parece abierto. Personas que son como objetos de un lugar. Un lugar como un cuerpo del que no pueden salir. El cuerpo, grupo de membranas, tejido que nos contiene. El miedo a que deje de contenernos. El esqueleto de un gigante aparece.
What divides us and what keeps us together? It maybe that both questions have the same answer. The body revealing itself to the mind. The mind to the space. The space, a place without walls which its inhabitant can’t get out of. Confinement in a place that seems open. People that are like the objects of a place. A place as a body they can’t get out of. The body, a group of membranes, the tissue that contains us. The fear of the tissue not containing us anymore. A giant’s skeleton appears.
Dirección y guion Clemente Castor
Producción Verónica Posada, Andrew Martín, Arturo J. Kafuri, Alejandra Villalba, Alejandro Alatorre
Co-produccion Cristian Manzutto
Fotografía José Luis Arriaga
Sonido Jorge Zubillaga
Montaje Sean Von Dahn, Clemente Castor
Dirección de Arte Sofía Cravioto
Una producción de Salón de Belleza, Pergoleros, Enfoque Lab.
Co-produccion de Estudio de Producción
Realizado con el apoyo de FONCA y ESCINE
9 Festival Internacional de Cine de la UNAM (FICUNAM) — Premio Puma (Mejor Película Mexicana) 2019, México.
30 FIDMarseille — Premiere Internacional 2019, Francia.— Mención especial de la competencia internacional, Mención especial del Centro Nacional de la Artes Plásticas.
Neighboring Scenes 2020 at Lincoln Center, NY.
Viennale Internacional Film Festival, Austria — Selección Oficial, 2019.
34 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Entre otros.
Algunas pastillas para el dolor, próxima consulta en dos meses. Dolores de causas inasibles, dolencias más cercanas al ser adulto, aquejan a Daniel y a David, dos adolescentes que capotean la existencia lejos de los mayores. Junto con sus amigos matan el tiempo con lo inmediato: escuchan música en el dormitorio bajo una iluminación improvisada de antro, repasan videojuegos, juegan fraternalmente al combate cuerpo a cuerpo, simulando o acaso entrenando para aquello que acontece en un exterior insospechado, al que se sale con sigilo exclusivamente, a deambular sin rumbo fijo pues no hay a dónde ir. Un exterior de zozobra y fuegos provocados. ¿Incendios forestales? Venganzas y territorios en disputa.
La locación de este drama proclive al punto de vista subjetivo sugiere el margen, un ecosistema que se desenvuelve bajo sus propios linderos, lejos del centro y del espejo. Un no-lugar al que los mayores despojaron de buenaventura para los más jóvenes y donde epifanías florecen a la fuerza, como recuerdos o añoranzas, como esa sentida interpretación a guitarra eléctrica y batería en una calle de barrio, en alguna ciudad o población cercana, donde se canta “En este cuerpo hay alguien más…”.
El espacio fracturado como cárcel permite la irrupción del artificio frontal en un tratamiento hasta el momento documental de un mundo sin adultos no exento de tensión y amenaza. El descubrimiento de un esqueleto gigante por los amigos en el campo es el punto de quiebre de los personajes y del plano formal. ¿A cuál animal pertenecen los huesos? ¿Hay más como él vivos en la zona? Será necesario entonces pintarse el cuerpo para la guerra. Y entonces sabemos que los restos tienen dueño, un príncipe de paz que los resguarda como amuletos, demiurgo errante por entre torres eléctricas y baldíos…
Sofisticada reflexión estética multiformato sobre el miedo y el convertirse en adulto, en un ambiente de incertidumbre donde no hay futuro perfilado más allá que la lucha por el instante.
¿Que es aquello que
nos une y qué nos separa? Quizá, la respuesta sea la misma cosa. El cuerpo
revelándose a la mente. La mente al espacio. El espacio, una casa sin paredes
de la que no logran salir sus habitantes. El encierro en un ambiente que parece
abierto. Personas que son como objetos de un lugar. Un lugar como un cuerpo del
que no pueden salir. El cuerpo, grupo de membranas, tejido que nos contiene. El
miedo a que deje de contenernos.
La locación de este drama proclive al punto de vista subjetivo sugiere el margen, un ecosistema que se desenvuelve bajo sus propios linderos, lejos del centro y del espejo. Un no-lugar al que los mayores despojaron de buenaventura para los más jóvenes y donde epifanías florecen a la fuerza, como recuerdos o añoranzas, como esa sentida interpretación a guitarra eléctrica y batería en una calle de barrio, en alguna ciudad o población cercana, donde se canta “En este cuerpo hay alguien más…”.
El espacio fracturado como cárcel permite la irrupción del artificio frontal en un tratamiento hasta el momento documental de un mundo sin adultos no exento de tensión y amenaza. El descubrimiento de un esqueleto gigante por los amigos en el campo es el punto de quiebre de los personajes y del plano formal. ¿A cuál animal pertenecen los huesos? ¿Hay más como él vivos en la zona? Será necesario entonces pintarse el cuerpo para la guerra. Y entonces sabemos que los restos tienen dueño, un príncipe de paz que los resguarda como amuletos, demiurgo errante por entre torres eléctricas y baldíos…
Sofisticada reflexión estética multiformato sobre el miedo y el convertirse en adulto, en un ambiente de incertidumbre donde no hay futuro perfilado más allá que la lucha por el instante.
Maximiliano Cruz - FICUNAM 2019